Esta danza proviene de la época Colonial, cuando los hacendados españoles en las costas emplearon la mano de obra de los esclavos negros, para sustituir a nuestros aborígenes que no soportaban las jornadas laborales a que eran sometidos.
Por el trato injusto y la excesiva carga de trabajo a que eran obligados también los trabajadores negros, tuvieron que huir a lugares inhóspitos y escondidos, donde de alguna manera alcanzaron su libertad, conociéndoseles como cimarrones. A los sitios de refugio se les llamó: palenques, quilombos o cumbés.
Estos grupos de fugitivos, tuvieron la oportunidad de conservar las costumbres, tradiciones, música, danza y religión, como elementos de identidad con sus raíces africanas; pues la mayoría de los esclavos se asimilaron a la forma de vida de sus amos, perdiendo casi todos los elementos culturales de sus ancestros.
En el terreno de la música, la danza y la religión, es donde la presencia africana se denota con mayor facilidad. Su ritmo musical es utilizado lo mismo para la liturgia que para el placer del baile religioso o profano, para sus cantos o danzas, colonizando culturalmente a toda América, engendrando nuevas formas artísticas en estos campos. Todos estos ritmos y danzas, tuvieron su origen en los palenques o los campos de trabajo, de donde pasaron a las zonas urbanas.
Ahora bien, la Danza de los Diablos es un ritual dedicado al Dios Negro Ruja, a quien honraban y pedían ayuda para liberarse de sus duras condiciones de trabajo, es por eso que al inicio de la danza se le invoca con respeto y reverencia. Además, en el transcurso de la danza, con mucha frecuencia pronuncian en coro la palabra ¡Urra!; que también es un Dios benevolente y protector de los negros y lo utilizan como una especie de mantra.
Actualmente el concepto de adoración al Dios Ruja se ha sustituido por la veneración de los muertos, por lo cual se baila únicamente en Todos los Santos, los días 1 y 2 de noviembre; y se acostumbra que los danzantes recorren las casas donde hay altares de muertos y en donde se baila, se come y se consumen licores.
Como símbolo o encarnación de los muertos que durante estos días se hacen presentes, los negros, y mestizos disfrazados de diablos se aparecen en el camposanto desde el 31 de octubre.
La danza se interpreta por un grupo de 24 danzantes en dos columnas y todos son masculinos. Hay un Diablo Mayor o El Viejo y su mujer La Minga o La Vieja, madre de los diablos. Ella baila con
El Viejo, sus hijos los diablos o con gente del público, con quienes es provocativa y coqueta. Hay comunidades donde agregan algunos personajes a esta danza, como Lucifer, La muerte y el Tiempo, con máscaras y atuendos apropiados a su papel representativo.
Los diablos se visten con prendas maltratadas, viejas y rotas, en su mayoría de color negro con flecos en los bordes. Usan paliacates rojos en una mano, la cintura el cuello o en la cabeza.
Todos llevan una máscara de madera o cartón con una cornamenta de venado, pelo y barba de crin de caballo. El Diablo Mayor utiliza chaparreras, su atuendo es más elegante que los demás y él se encarga de hacer rugir el bote; y La Minga usa ropa amplia de colores chillantes, blusa, falda y rebozo. Por regla general representa a una negra alta y robusta. A ella por regla general, le toca utilizar la Charrasca.
Los instrumentos son una flauta, (harmónica); una charrasca, (quijada de burro o de caballo) y un bote o tigrera, especie de pequeño tambor a cuyo cuero se conecta una vara que, untada con cera de Campeche, al restregarse con la mano produce un sonido como el rugido de los tigres. Antiguamente, este bote lo utilizaban los cazadores de tigres, para atraer a sus presas. Así, Los Diablos, acompañados de sus tres músicos de flauta, charrasca y bote, recorren las calles principales de sus pueblos.
Sin embargo, en algunas poblaciones grandes o cabeceras municipales, en lugar de flautas se contrata a la música de viento que da más volumen y ánimo con el tañido del metal de sus instrumentos; y, además, ofrecen un amplio repertorio de sones para la interpretación de los danzantes y el deleite de los asistentes. Estos sones son: El tendido, Zamora, El cruzado, El periquito, Los enanos, Segundo tendido, El jarabe, La minga, El casamiento y algunas chilenas.
Las poblaciones de la Costa Chica donde tradicionalmente se celebra esta danza, son Cuajinicuilapa y San Nicolás, Guerrero; sin descartar Collantes, y Tapextla, Oaxaca. Debiendo agregar que casi en todos los pueblos de la región hay mucha aceptación por esta tradición de origen africano, que ha penetrado hasta las poblaciones mestizas.