jueves, 31 de julio de 2014


Esta danza proviene de la época Colonial, cuando los hacendados españoles en las costas emplearon la mano de obra de los esclavos negros, para sustituir a nuestros aborígenes que no soportaban las jornadas laborales a que eran sometidos.

Por el trato injusto y la excesiva carga de trabajo a que eran obligados también los trabajadores negros, tuvieron que huir a lugares inhóspitos y escondidos, donde de alguna manera alcanzaron su libertad, conociéndoseles como cimarrones. A los sitios de refugio se les llamó: palenques, quilombos o cumbés.


Estos grupos de fugitivos, tuvieron la oportunidad de conservar las costumbres, tradiciones, música, danza y religión, como elementos de identidad con sus raíces africanas; pues la mayoría de los esclavos se asimilaron a la forma de vida de sus amos, perdiendo casi todos los elementos culturales de sus ancestros.


En el terreno de la música, la danza y la religión, es donde la presencia africana se denota con mayor facilidad. Su ritmo musical es utilizado lo mismo para la liturgia que para el placer del baile religioso o profano, para sus cantos o danzas, colonizando culturalmente a toda América, engendrando nuevas formas artísticas en estos campos. Todos estos ritmos y danzas, tuvieron su origen en los palenques o los campos de trabajo, de donde pasaron a las zonas urbanas.


Ahora bien, la Danza de los Diablos es un ritual dedicado al Dios Negro Ruja, a quien honraban y pedían ayuda para liberarse de sus duras condiciones de trabajo, es por eso que al inicio de la danza se le invoca con respeto y reverencia. Además, en el transcurso de la danza, con mucha frecuencia pronuncian en coro la palabra ¡Urra!; que también es un Dios benevolente y protector de los negros y lo utilizan como una especie de mantra.


Actualmente el concepto de adoración al Dios Ruja se ha sustituido por la veneración de los muertos, por lo cual se baila únicamente en Todos los Santos, los días 1 y 2 de noviembre; y se acostumbra que los danzantes recorren las casas donde hay altares de muertos y en donde se baila, se come y se consumen licores.


Como símbolo o encarnación de los muertos que durante estos días se hacen presentes, los negros, y mestizos disfrazados de diablos se aparecen en el camposanto desde el 31 de octubre.


La danza se interpreta por un grupo de 24 danzantes en dos columnas y todos son masculinos. Hay un Diablo Mayor o El Viejo y su mujer La Minga o La Vieja, madre de los diablos. Ella baila con 
El Viejo, sus hijos los diablos o con gente del público, con quienes es provocativa y coqueta. Hay comunidades donde agregan algunos personajes a esta danza, como Lucifer, La muerte y el Tiempo, con máscaras y atuendos apropiados a su papel representativo.


Los diablos se visten con prendas maltratadas, viejas y rotas, en su mayoría de color negro con flecos en los bordes. Usan paliacates rojos en una mano, la cintura el cuello o en la cabeza.
Todos llevan una máscara de madera o cartón con una cornamenta de venado, pelo y barba de crin de caballo. El Diablo Mayor utiliza chaparreras, su atuendo es más elegante que los demás y él se encarga de hacer rugir el bote; y La Minga usa ropa amplia de colores chillantes, blusa, falda y rebozo. Por regla general representa a una negra alta y robusta. A ella por regla general, le toca utilizar la Charrasca.


Los instrumentos son una flauta, (harmónica); una charrasca, (quijada de burro o de caballo) y un bote o tigrera, especie de pequeño tambor a cuyo cuero se conecta una vara que, untada con cera de Campeche, al restregarse con la mano produce un sonido como el rugido de los tigres. Antiguamente, este bote lo utilizaban los cazadores de tigres, para atraer a sus presas. Así, Los Diablos, acompañados de sus tres músicos de flauta, charrasca y bote, recorren las calles principales de sus pueblos.


Sin embargo, en algunas poblaciones grandes o cabeceras municipales, en lugar de flautas se contrata a la música de viento que da más volumen y ánimo con el tañido del metal de sus instrumentos; y, además, ofrecen un amplio repertorio de sones para la interpretación de los danzantes y el deleite de los asistentes. Estos sones son: El tendido, Zamora, El cruzado, El periquito, Los enanos, Segundo tendido, El jarabe, La minga, El casamiento y algunas chilenas.
Las poblaciones de la Costa Chica donde tradicionalmente se celebra esta danza, son Cuajinicuilapa y San Nicolás, Guerrero; sin descartar Collantes, y Tapextla, Oaxaca. Debiendo agregar que casi en todos los pueblos de la región hay mucha aceptación por esta tradición de origen africano, que ha penetrado hasta las poblaciones mestizas.












IMÁGENES DE LAS DANZA DE LOS DIABLOS DE OAXACA.
IMAGEN DE LA CUADRILLA DE LA DANZA DE DIABLOS DE LA COSTA CHICA DE OAXACA.
Imagen del "Tenango" así se le llama al Capitán de la Danza.



Imagen de Diversas Mascaras de Diablos.



"La Minga" otro personaje vital en la danza de los diablos, se dice que es la esposa del Tenango y madre de los diablos.



vídeo de la danza de los diablos 


LA DANZA DE LA PLUMA.

La danza de la pluma es una puesta en escena donde se narra la conquista del pueblo Mexica por los españoles. En la Danza de la Pluma están representados los personajes más importantes de este doloroso drama de la Historia de la conquista de Moctezuma y sus guerreros,Cortés y sus filibusteros a los que se les nombra como soldados de Cortés, la Malinche, doña Marina y unos personajes conocidos como los negros, que usan unas máscaras.

Se dice que La Danza de la Pluma originalmente era parte de una obra de teatro del siglo XVI llamada La Conquista, y aunque se toma como obra ánonima, se supone que la escribió fray Melchor de San Raimundo o los primeros poetas y dramaturgos oaxaqueños, fray Vicente de Villanueva y fray Marín Jiménez. Sin embargo, como siempre, se le niega toda capacidad creadora y re-creadora a los pueblos indígenas. Sea como fuera, quienes la mantienen son los pueblos mixteco y zapoteco. Pese a todo, la siguen danzando sus niños y jóvenes, sigue presente este esfuerzo de mantener la memoria histórica a través del sincretismo y la resistencia cultural.



Todo empieza en el año de 1990 cuando el actual maestro Edmundo Colmenares, decide integrarse al grupo de Danza de la Pluma de aquella época, participando y recabando los conocimientos necesarios que mas tarde el mismo se encargaría de impartir a todos los futuros integrantes, siempre con gran entusiasmo y compromiso para con nuestras costumbres y tradiciones. Teniendo como único objetivo preservar a través de los años el estilo que define a la Danza de la Pluma ejecutada en Zimatlán de Álvarez, siendo actualmente el único grupo de danza en conservar el estilo puro del baile ejecutado por varias generaciones de Zimatecos.


Siendo desde entonces el mejor grupo de danza de la pluma de Zimatlán de Álvarez. Por tal motivo para festejar todo este tiempo de lucha y esfuerzo decidimos poner este pequeño homenaje a todos los que con su aporte, compromiso y decisión nos han ayudado a mantener las costumbres y tradiciones, mostrándole a las nuevas generaciones el camino correcto a seguir para ser integrante de un grupo de danza y así saber apreciar y disfrutar de todo lo que significa ser parte una institución de tantos años.
DANZA DE LOS CHINELOS

La palabra Chinelo, al parecer, podría tener dos orígenes: podría significar "el que se cree mucho, el de la piel roja" o bien "el que mueve bien los pies y la cadera" (ambos del mexicano). y luis roberto lo dijo.



Ligadas a las festividades de carnaval, los Chinelos son probablemente los danzantes más populares y de mayor tradición en estas fiestas. Constituye una de las expresiones populares de mayor tradición. Los primeros Chinelos aparecieron según algunas fuentes históricas en el año de 1872 en Atlatlahucan, que en ese momento era una ayudantia municipal de Tlayacapan por tanto el título y crédito se le otorgó al municipio de Tlayacapan.

Siguiendo el rítmico y contagioso compás de la tambora, de los platillos y los instrumentos de viento que componen la banda, los Chinelos danzan incansablemente “el brinco” por todo el pueblo, y contagian a quienes se posen a su lado. Van en un grupo compacto pero cada danzante, por separado, efectúa saltos múltiples en diferentes posturas.

El Chinelo está presente en muchos pueblos del estado de Morelos: Tepoztlán, Yautepec, Oacalco, Cualtlixco, Atlatlahucan, Oaxtepec, Tlaltizapán Totolapan Anenecuilco Y Tlacotepec aunque es en el pueblo de Tlayacapan donde se vive con mayor fervor y más común encontrarlo.
Así mismo y desde hace ya varias décadas también se pueden apreciar en el Distrito Federal en los Carnavales que celebran los diferentes pueblos que conforman las Delegaciones de Cuajimalpa, Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta.

Los Chinelos son conocidos por su colorido y su rica ornamentación, que incluye una máscara de mentón prominente, plumas, y en algunos casos una decoración con representaciones de la mitología y la cultura mexicas.Sus vestidos están ricamente decorados con lentejuelas y chaquira de colores, así como por su sombrero en forma de cono totalmente bordado y adornado con perlas de fantasía; dejando en manifiesto su ascendencia española.



Tlayacapan: Sencillos y de color blanco cuentan con vivos azules de terciopelo en sus costados, adornados con vistosas plumas en los sobreros.

Tepoztlán: El traje es negro y bordeado con olanes blancos y boas aterciopeladas del mismo color su sombrero es adornado con imágenes de historias indígenas con chaquira, chaquiron, lentejuela, etc
Tlaltizapan: Ricos en sus colores y bordados, presentan un uso de terciopelos de colores llamativos así como elaborados cuadros con motivos y representaciones de la cultura mexica.

Yautepec: Traje tradicional rico en colores, bordado en chaquira y lentejuela; de hecho se le conoce como traje "estilo Yautepec" ya que se considera que revolucionó el vestir de esta tradición. Cada año en el carnaval de esta población se puede apreciar los mejores trajes de reconocidos artesanos de la región en el concurso de traje de Chinelo.


DANZA DE LOS PARACHICOS.

Desde lejos se oye la música del tambor y la flauta, el rumor del zapateado, el alboroto de sonajas de hojalata y los vítores del desfile: “¡Viva San Francisco, muchachos!”, “¡Viva San Benito, muchachos!”, “¡Viva la Virgen de Fátima, muchachos!”… Son los Parachicos de Chiapa de Corzo, que todos los años, del 8 al 23 de enero, realizan la festividad más tradicional y larga del estado de Chiapas.

La danza de los parachicos representa el momento culminante de la Fiesta Grande de Chiapa de Corzo, cuyo vistoso atuendo consta de una máscara laqueada con facciones de un español de ojos azules o verdes, con barba de candado, tocado o “montera” elaborado con fibra de ixtle, un sarape tipo Saltillo, chalina bordada y un chinchín o sonaja de lámina.

Esta tradición comenzó en 1711, es decir se desarrolla desde hace tres siglos, y según algunos registros es una ofrenda colectiva en la que actualmente se calcula participan seis mil personas, y está dedicada al Señor de Esquipulas (o de los Milagros), San Antonio Abad y San Sebastián Mártir, patronos de la comunidad.



Cuentan los viejos que a mediados del siglo XVIII, al entonces llamado pueblo de Chiapa de la Real Corona, llegó Doña María de Angulo buscando al curandero indígena para que aliviara a su pequeño hijo de una extraña enfermedad. Después de bañar al niño en las curativas aguas del Cumbujuyú, éste sanó de sus males.



Los parachicos evocan a los antiguos chiapacorceños que se disfrazaron para entretener al niño de doña María Angulo durante su enfermedad, de ahí su nombre, pues lo hacían “para-el-chico”. Mientras, las “chuntas” (hombres vestidos de mujeres) representaban a las mozas de la señora española.

La tradición oral refiere también que una terrible plaga de langosta acabó con las cosechas de la localidad, entre 1767 y 1768, y en 1770 una epidemia provocó la muerte de cientos de personas. Entonces, María de Angulo regresó al pueblo y, en agradecimiento por haber sanado a su hijo, repartió maíz y dinero entre la población.



DANZA DE QUETZALES.

ORIGENES.

Por lo que se refiere a la Danza de los Quetzales hay varias hipótesis respecto a su origen.
A falta de otros datos, puede suponerse que la Danza de los Quetzales es de origen prehispánico, que con el paso del tiempo ha evolucionado, en un principio fue modificada por los evangelizadores, quienes afirmaban que tenían que ser adaptadas para que se pudieran seguir bailando en honor de los santos católicos. Con la aparición de la industria en zonas cercanas o conectadas con el totonacapan se fueron adaptando y adoptando materiales modernos a la indumentaria de los danzantes, como el terciopelo, el satín, el fleco de articela, el estambre, el caucho de llantas para la fabricación de huaraches, etc. Esta inevitable evolución convierte a la danza de quetzales en una danza mestiza de origen prehispánico.

Según los comentarios del músico y maestro de la danza de quetzales, señor Mariano Heredia Soledad y de las observaciones que hemos hecho, la danza de quetzales no sólo surge de la imitación del aspecto físico del quetzal, también surge de la imitación de su comportamiento.






DESCRIPCIÓN DEL ATUENDO DEL EJECUTANTE DE LA DANZA DE QUETZALES

LA CORONA

La parte significativa y espectacular de la indumentaria es el penacho o corona circular, colocada sobre la cabeza: “ CUACATL IILPIVTOC”.

Está elaborado sobre una base cónica hecha con bejuco llamado “cuamecatl”; en la cúspide tiene el corazón en forma circular, en medio del cual se abre una ranura, realizada solo con el apoyo de una navaja o cuchillo, aquí se insertan las delgadas varas de tarro, una especie de carrizo o bambú que se corta a lo largo por la mitad y cada nueva porción se seguirá cortando hasta obtener unas delgadas varas de 60 ó 65 centímetros de largo, en número de 100 a 130 por cada corona. Después se entretejen con tiras de papel metálico de aproximadamente un centímetro de ancho, dándole la forma circular, partiendo del centro hacia el exterior, cada 5 ó 7 tiras del mismo color hacen una de las 7 franjas de distinto color que integran este fascinante tocado; este cabalístico número ha hecho pensar a los investigadores que la corona tiene relación con el sol, es decir, que por su forma circular se le ha relacionado con este astro rey y suponen que los siete colores que la adornan representan a los colores en los que se descompone la luz del sol; pero, aunque los colores y la forma de este fascinante tocado coinciden, no deja de ser una teoría, pudiendo ser más aceptable la opinión de don Mariano “es como el copete del pájaro quetzal”. Para darle fuerza y firmeza a este tocado , después de las 7 franjas de colores, se corre un hilo de cáñamo de lado a lado del tejido dejando colgar las puntas para amarrarlas al final y provocar tensión; el siguiente paso, después de dejar libres unos 5 centímetros, es forrar las varas que quedaron descubiertas, estas estarán de color rojo por un lado de la corona y de color verde por el lado contrario y reciben el nombre de paradas o paraditas, el largo de las paradas será delimitado por una franja de papel de china blanco de aproximadamente 3 centímetros de ancho que se pegará por un extremo en la primera varita y se unirá a cada una de las que integran la corona hasta llegar al otro extremo, este procedimiento se realiza por ambos lados. Sobre el papel de china se pegaran las plumas de pollo, las mas blancas, y de la misma forma el papel y las plumas se pegaran en el espacio libre que quedó entre las franjas circulares y las paradas; las puntas de las tiras de papel se doblan dándole vuelta en la última vara y se pega con cera de campeche, por último se procede a forrar el cono con tela de satín o terciopelo en color rojo.

Para sujetar la corona a la cabeza se le colocan a los lados unas “gasas” hechas con hilo de cáñamo (a las que les llaman aretes) estas servirán para introducirles una venda, se coloca a manera de columpio bajo la barba y se anuda en la nuca.


CAPA Y CONTRACAPA

Sobre la ropa de uso diario (calzón y camisa de manta, aunque actualmente ya es muy común el pantalón de corte comercial) se coloca el resto de la indumentaria: sobre el hombro derecho un triángulo de tela en color azul, amarillo o verde, la base del triángulo corre del hombro derecho hacia abajo del brazo en el costado izquierdo y se anuda, a esta prenda se le denomina contracapa; con el nombre de capa se le conoce al triángulo de tela en color rojo que es de mayor tamaño que la contracapa y que a la altura de la cintura del danzante se remata con flecos de estambre en distintos colores, la capa se coloca sobre el hombro izquierdo y se sujeta bajo el brazo en el costado derecho.

Los colores contrastantes de las prendas arriba mencionadas, se deben a la imitación del colorido de las plumas del quetzal, pues su color tornasolado nos mostraba diferentes matices y colores.

LA PANTALONERA

Sobre el calzón, se coloca la pantalonera, hecha en color rojo, de la misma tela de la capa y del forro del cono de la corona o penacho, no es una prenda muy larga y permite se observe el calzón; la pantalonera se adorna con listones de colores colocados en forma horizontal al rededor de la pierna y se agregan dos o tres líneas de fleco de articela; estos adornos representan la textura de la piel de las patas de los quetzales.


LOS HUARACHES

El calzado de los danzantes es el huarache de uso diario en la región, el llamado huarache de “pata de gallo”, consta de una suela de caucho de llanta que tiene la forma “ruda” de la planta del pie. Al frente se le hacen dos perforaciones y atrás una a cada lado, con una correa de cuero vacuno se amarra este huarache, se coloca en el pie y la correa se sujeta al rededor del tobillo para terminar haciendo un sencillo nudo al frente del pie sobre el empeine.


EL MANDIL

La última prenda que describiremos es el mandil “MOCHICHILTILMA MOCALZON”, es un rectángulo de la misma tela de la capa y de la pantalonera que se adorna con los mismos motivos de ésta y el mandil, este se coloca al frente a la altura de la cintura y se anuda por la espalda.

La capa, la contracapa y el mandil, son prendas que nos recuerdan a las antiguas formas prehispánicas de vestir, las capas son similares a las Tilmas y el mandil es similar al Maxtlatl.

El atuendo del danzante se complementa con un elemento que representa a la larga cola del quetzal, son unas mascadas de colores que se anudan en la orqueta de la sonaja doble, esta sonaja se sujeta y se sacude con la mano derecha al ritmo de la música de la danza.
La sonaja “AYACACH”, se elabora con dos calabazos que se hierven, se les extrae la semilla y se dejan secar, una vez secas se les introducen nuevamente las semillas y se colocan en la horqueta.